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¡Nollywood!
Dídac
P. Lagarriga,
Publicado en "Africaneando", Columna bimensual, Masala,
marzo-abril 2007
¿En
un rincón del visor, un pequeño círculo rojo parpadea
junto al REC. No hay silencio: se escucha el tráfico constante,
unas vendedoras ambulantes, lo que parecen golpes de un martillo...
Ebbe empieza a hablar, pero la electricidad se vuelve a cortar. Es la
tercera vez en esta tarde, y el equipo aprovecha para retocar detalles
(el sol del atardecer todavía entra por las ventanas). Mientras,
Ebbe enciende un cigarrillo y suena el móvil del productor. "Emeka
está de camino", anuncia en voz alta. Vuelve la luz. Dos
cortes más y Emeka llegará a tiempo para rodar su escena.
En menos de veinte años, Nigeria se ha convertido en la tercera
industria más productiva del mundo cinematográfico. Tras
Hollywood y Bollywood, Nollywood. Cada semana llegan a las tiendas locales
unas treinta novedades, la mayoría producidas entre la escasez
y la abundancia, contradicción (que aquí ya es tradición)
compacta: escasez de días (la media para hacer una película
es de una semana), falta de recursos (normalmente grabadas en cámaras
de video domésticas) y poco presupuesto. En abundancia: las ventas
(con una media de 50.000 copias por película), la piratería
(lo que significa que la audiencia es mucho mayor), la imaginación
y la solvencia ante tanto inconveniente e, irremediable con un producto
así, el éxito. Nollywood arrasa.
Vuelve a parpadear el circulito rojo. Llega Emeka y se mete directo
en la escena. Discute con Ebbe sobre su infidelidad, Ebbe grita, golpea
la mesa. Si no fuera por el círculo rojo junto al REC, parecería
que hubiéramos metido la nariz en cualquier casa de vecino. Llaman
al móvil, Ebbe pone cara de circunstancias, ¿estará
en el guión? Qué importa. Contesta. Asiente varias veces,
cuelga. Emeka continúa refunfuñando, Ebbe lo mira, le
acaricia la mano, le habla suave. Sus palabras en igbo las subtitularán
al inglés. Esas frases atravesarán fronteras, llegaran
a todo el continente por las mismas redes de DVD y VCD que inundan África
con los últimos éxitos de Bollywood y Hollywood. Miles
de carátulas fotocopiadas colorean el paisaje del mercado urbano,
difícil de distinguir sus límites.
¿Acabó el mercado? ¿Acabó la escena? Nollywood
no sólo es el vínculo entre Nigeria y sus expatriados,
es el ejemplo de un cine (en su sentido más amplio) creativo
y recreativo, espectacular en su cotidianidad, apabullante como también
lo es Nigeria. Emeka y Ebbe protagonizan una escena muy parecida a la
que interpretaron en otra película de apenas hace dos meses,
pero no es eso lo que cuenta, sino el cuento. Narrar, identificarse,
teatralizar lo diario, discutir el hoy: sida, modales, dinero, amistad,
hechizos, infidelidad, educación, miedos (y terror), política,
negocios, migración, amor, Nigeria, África, el Mundo,
la calle y el barrio... Todo vale en un cóctel que suma la experiencia
efectista de Hollywood, el melodrama latinoamericano y la filigrana
escénica de Bollywood a la riqueza cultural y narrativa pluralmente
autóctona.
En Lagos, quince millones de personas esperan convertirse en casi el
doble en la próxima década. La federación de Nigeria,
forzada a ser el "país" más poblado de África
es, a falta de un adjetivo unitario mejor, abigarrada. Un tumulto de
conflictos, de tensiones y de mala prensa que convive y provoca respuestas
positivas (lógico cuando se reúnen más de cien
millones de personas): un toma y daca inagotable e imprevisible. La
literatura y la música hecha en Nigeria ya ha superado fronteras,
aceptadas y reconocidas en los circuitos occidentales, pero quizá
el cine lo tenga más difícil. Onookome Okome, en una recomendable
entrevista en el blog de Jumoke Giwa www.igilandi.org,
sugiere: "No debemos tomarnos menos en serio estas películas
que las novelas de, por ejemplo Chinua Achebe, pues también hablan
de diferentes aspectos de la sociedad. El hecho de que sean populares
nos dice que hay algo en ellas que la gente quiere ver."
La creación audiovisual nigeriana, desde las telenovelas hasta
el documental, desde el cine de género (como el de terror o el
musical) al menos comercial, es un ejemplo sin necesidad de mitificar.
Variedad y promiscuidad en un continente tachado homogéneamente
de atascado. Nollywood desafía imágenes con imágenes.
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Dídac
P. Lagarriga, 2007
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