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Sudán en la poesía de Al-Saddiq Al-Raddi
Por Richard Lea, 2007.
El
poeta sudanés Al-Saddiq Al-Raddi parece inquieto con el vuelco
político que toma nuestra conversación. Baja la cabeza
y se dirige a nuestro intérprete: "Esto está volviéndose
muy político, y realmente no soy experto en este tema. El aspecto
cultural es mucho más importante".
Nos explica cómo los poetas sudaneses de su generación
han negociado con la doble identidad del país, con su posición
singular de nación miembro del mundo árabe y de África.
Él mismo se sitúa en el centro de un mosaico de identidades
múltiples, donde la complejidad no acostumbra a salir, según
él, en las discusiones sobre los problemas políticos del
Sudán. "Las culturas árabes, islámicas y africanas
no existen de forma aislada en Sudán", afirma, pero la política
tiende a transformar los vínculos en profundas divergencias.
El estado coloca la cultura sudanesa en el contexto árabo-musulmán,
pero "mi generación empieza a darse cuenta de que existe
una cultura sudanesa y que es muy rica. La tradición árabo-musulmana
forma parte de la cultura local, pero la experiencia africana es igual
de importante". Al-Raddi espera poder crear en Sudán un
organismo de traducción literaria para establecer puentes entre
los escritores sudaneses, tanto los que trabajan en árabe y en
inglés, como los que lo hacen en alguna de las trescientas lenguas
del país, como el zandé y el dinka.
Según Sarah Maguire, poeta y directora del Centro de traducción
de poesía del Instituto de estudios orientales de Londres, el
trabajo de Al-Saddiq Al-Raddi es una "afirmación de su identidad
africana" en reacción a la política llevada a cabo
por el presidente Omar El-Béchir tras su llegada al poder con
un golpe de estado en 1989: "La mayor preocupación del régimen
de Béchir siempre ha sido imponer un programa árabo-islámico
en todo Sudán". En estos años, este propósito
a dado forma al clima cultural donde ha crecido la generación
de Al-Raddi. "Como no quieren conformarse con esta identidad árabe
e islámica restringida que les ha sido impuesta, buscan sus propias
raíces", prosigue Maguire. La poesía de Al-Raddi
"contribuye a esta afirmación de la identidad africana,
y se esfuerza por establecer vínculos con la población,
especialmente en el sur, donde los orígenes lingüísticos
y étnicos son diferentes". La voz de Al-Raddi es singular
en el mundo de la poesía árabe contemporánea: "Muchos
poetas que escriben en árabe son muy grandilocuentes y vanidosos
[...] La modestia en cómo se posiciona Al-Raddi y su visión
de las cosas es mucho más amplia."
El poeta sudanés Aleif Ismail describe a su amigo Al-Raddi como
uno de los poetas más conocidos de Sudán, de África
y del mundo árabe, y su obra como "un misterio a la espera
de ser descifrado". "Su poesía denota un gran amor
por la belleza de la naturaleza africana y un gran talento por revivir
la lengua árabe clásica mediante expresiones modernas.
Es sólo tras observar sus trazos finos e inteligentes que vemos
aparecer el conjunto del cuadro".
La obra de Al-Raddi es el fruto de un proceso de composición
primordial, una manera de trabajar que él califica de "completamente
interior". Parte de una imagen, de "una simple palabra"
o quizá de un grupo de palabras que "crean un cierto ritmo",
para después elaborarlas interiormente. "A veces necesito
varios meses para escribir un poema, para que alcance todo su sentido,
y lo trabajo verso a verso, sin pausa. Una vez lo tengo armado en mi
cabeza, lo escribo".
Al-Raddi publica desde que tenía quince años, cuando su
poema "El viento" apareció en la revista literaria
Al-Sahwa. Nacido en 1969, creció en Omdurman, en la periferia
de Jartum, donde todavía vive. Según Ismail, su talento
excepcional fue reconocido desde muy temprano, en el colegio, y debe
su nombre al gran poeta árabe Ali Shreif Al-Raddi. Desde 1993,
trabaja como periodista cultural en el periódico de izquierdas
Al-Sudani, y dedica su tiempo libre a ayudar a los artistas que trabajan
en la sombra. "Como en muchos países árabes, los
intelectuales de Sudán padecen la represión del estado
y de la censura", afirma. Los que trabajan de manera "radical,
auténtica y vital nunca estarán en boga, pues el estado
también controla el ámbito cultural".
Hoy en día, las artes visuales son muy presentes en Sudán,
en especial la pintura. Los artistas plásticos "son más
libres", cuenta Al-Raddi, entre otras cosas porque "resulta
más complicado decir qué significa un cuadro". "Debemos
recalcar que no todos los problemas vienen del estado. También
se debe a la falta de instituciones culturales adecuadas. Como la pintura
no necesita traducirse, los pintores pueden entrar más fácilmente
en los circuitos existentes en el mundo árabe".
Para Al-Raddi, esta falta de instituciones culturales provoca que, de
todos los géneros literarios, "sea la poesía la que
esté por delante". "Por ejemplo, para que se conozca
una novela o un relato, necesitamos una buena revista literaria, mientras
que un poema puedes darlo a conocer oralmente", una solución
que él mismo acostumbra a realizar desde que empezó su
carrera hace diecisiete años. "Al principio publicaba mis
poemas en los periódicos y revistas. Pero tras el golpe de estado
de 1989, las cosas se complicaron y, junto a otros poetas, decidimos
que teníamos que dar a conocer nuestro trabajo recitándolo,
sobre el terreno, viajando por todo Sudán". Los recitales
sucedían a menudo en la calle o en lugares imprevistos. "A
veces, para escapar del control estatal, no llevábamos ningún
documento de identidad. Sudán es un país inmenso..."
Cuando los poetas entraban en la universidad, la sala se llenaba de
un público variado, "3.000 o 4.000 personas. No siempre
era fácil, especialmente en los periodos de crisis política.
Pero cuando alguien de nosotros no podía aparecer, siempre había
otro que tomara el relevo".
Le pregunto qué es lo que el régimen tolera tan mal de
su poesía, lo que nos lleva otra vez al terreno político.
A Al-Raddi le incomoda la importancia que los medios de comunicación
occidentales dieron a su encarcelamiento y a la censura de su obra.
"Entre los poetas, encontramos a militantes que forman parte de
organizaciones clandestinas y también hay personas como yo, que
no militamos en ninguna organización, aunque esto no significa
que no tengamos ideas que conlleven problemas." Sin embargo, quiere
distanciarse de los escritores que se oponen al régimen con el
único fin de autopromocionarse. "Existen intelectuales mediocres
en todos lados, en Sudán, en el mundo árabe, en Occidente,
que logran la fama al tratar tres grandes tabús: Dios, el sexo
y la política". Pero el tema es tan delicado que prefiere
no decir nombres. Tampoco quiere hablar de la situación política
-ni de la guerra civil, que sucede casi sin interrupción desde
hace medio siglo, ni de Darfur...- Está convencido que el mundo
"desea conocer otro aspecto de Sudán que no tiene nada que
ver con la guerra y el hambre". Es por eso que nos propone "otras
imágenes de lucha".
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Algunos
poemas de Al-Raddi en original y traducidos al español por Dídac
P. Lagarriga a partir de la traducción al inglés de Sarah
Maguire
DE "HUERTOS" (PARTE III)
El
silencio cruel de un vaso en mil pedazos
lo cotidiano, denso,
te envuelve y reseca el habla.
Abre el corazón. Despierta.
Fluyes.
Tu armazón apagado se deslumbra
con tu propia luz.
La revelación es un sueño.
Desnúdate de ti.
El éxtasis te espera.
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