<<
sumario (volver) .
___________________________________________________
El
gobierno español y su amor por África
Por Dídac P. Lagarriga, 2007
Suma
y sigue. En el baile de máscaras, la política y la economía
se funden en el terreno militar y salen a escena avalados por la cooperación.
La máscara del desarrollo engulle y digiere de forma tan obscena
que alguien, en algún rincón de algún despacho
de alguna sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación,
no aguanta la mirada. No todo el mundo es capaz de limpiarse la conciencia
a tanta velocidad. A tanta depravación.
En el 2006 asistimos a la aprobación del Plan de Acción
para el África Subsahariana, o Plan África, elaborado
por el Gobierno bajo el pretexto de la cooperación pero con unos
objetivos reales muy diferentes. Los Astutos Exteriores, en versión
original y sin remordimientos: «El objetivo es reforzar y diversificar
los intercambios económicos, así como fomentar las inversiones,
sin olvidar la creciente importancia estratégica de la región
subsahariana, y en particular el Golfo de Guinea, para nuestra seguridad
energética y las oportunidades de negocio en el sector de hidrocarburos
para las empresas españolas (1).»
El 12 de junio del 2007 se inauguró la Casa África en
Las Canarias, otro de los puntos propuestos en el Plan África.
Hubo cava, canapés y, como no, baile de máscaras. En la
puerta, muchas organizaciones sociales canarias leyeron un manifiesto
donde se advierte: «El ente público Casa África
puede constituirse en el epicentro de Canarias y del Estado español
para avanzar hacia el desarrollo del conocimiento mutuo, el respeto,
el intercambio cultural, formativo e informativo con nuestros vecinos
africanos, alejados de cualquier actitud colonial o paternalista. Pero
también puede suceder lo contrario, que su orientación
gire en torno a la misma política que arruina a nuestros vecinos
provocando entre otros males el fenómeno migratorio. Nos referimos
a esa forma de capitalismo salvaje que se ha dado en llamar neoliberalismo,
utilizando Casa África como rampa de lanzamiento destinada a
la internacionalización africana del capital europeo, norteamericano,
español y canario, en colaboración con algunas autoridades
africanas, dándole apariencia de cooperación al desarrollo
y así obtener consenso social. [...] El único convenio
de calado firmado hasta ahora por Casa África ha sido con la
Cámara de Comercio de Las Palmas. [...] No es válido usar
esta institución recién nacida para justificar un proyecto
que obedece a intereses privados muy alejados de la solidaridad y la
lucha contra la pobreza. En la práctica, significa otorgarle
protagonismo como actor de la cooperación a las empresas. [...]
Si la Cámara de Comercio Canaria, en alianza con la Cámara
de Comercio norteamericana, quiere internacionalizar la economía
canaria, que no sea a costa de los fondos de cooperación y sin
subordinar Casa África, ni directa ni indirectamente, al desarrollo
de tales planes». El manifiesto concluye: «Quien pretenda
conciliar estos dos caminos, el de la solidaridad y el de los negocios
privados, simplemente se pondrá al servicio del dinero que sangra
a los africanos. No hay enjuague posible.»
Mientras, en el interior de sus burbujas, alguien desde el Gobierno
pudo haber pronunciado: «El colonialismo es la explotación
del débil por el fuerte, del ignorante por el avisado; es la
utilización injusta de las energías del país dominado
para beneficiar al país dominante. La labor civilizadora es,
precisamente, todo lo contrario. Es la ayuda del mejor situado al que
lo está menos para hacerle avanzar en la búsqueda de su
propio destino». Pero esta cita, tan actual viendo y padeciendo
el Plan África, la pronunció el dictador Franco en uno
de sus discursos africanistas (2). Pocas décadas después,
Casa África se erige como una escenografía más
en el baile siniestro que dio con la fórmula del Plan África.
Un ejemplo de inercia colonial a pesar de que a menudo se pretenda zanjar
el tema, como si el colonialismo ya hubiera pasado... Pero tildar de
colonial la ayuda al desarrollo, el Plan África y su casita,
o la actitud de complicidad entre la legalidad pública y el lucro
privado, no implica redimir racialmente a nadie (en especial la élite
africana). Además, no hacerlo sería divagar por el mar
de lo relativo mientras nos cruzamos con un mercante de Pescanova expoliando
los fondos africanos, o con un cayuco a la deriva repleto de pasajeros
extorsionados y estafados. La corrupción no es endémica
en África, sino que supone la base de la economía moderna
y, por consiguiente, el pilar de nuestro modo de vida. Las máscaras,
cada vez más baratas, resultan imprescindibles.
___________
(1)
Ver el artículo: "A propósito del libro Quién
invade a quién. El Plan África y la inmigración,
de Eduardo Romero", en <http://www.oozebap.org/text/plan_africa.htm>,
mayo 2007.
(2). Citado en G. Nerín: Guinea Equatorial, història
en blanc i negre, Empúries, 1998, p. 22.
*Más
sobre el Plan África en: La
obscena tranparencia del Plan África (pdf), de Eduardo Romero
Links:
http://canariassolidaria.blogspot.com
http://canarias.indymedia.org
__________________________________________
oozebap . 2007 . sumario