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Los límites del control
Introducción del libro 'FRONTERA SUR. Nuevas políticas de gestión y externalización del control de la inmigración en Europa'
(editorial Virus, 2008).



Frontera Sur. Nuevas políticas de gestión y externalización del control de la inmigración en Europa, es uno de los proyectos más ambiciosos de Virus editorial y que, más allá de la coyuntura, intenta dar un marco de entendimiento crítico a la legislación y la política europea de inmigración. Este libro colectivo, fruto de meses de trabajo y coordinación entre gente militante y del ámbito académico, abarca numerosos y complicados aspectos de la política de la Unión Europea en la materia y pone en evidencia el doble lenguaje y la distancia entre el discurso de los "derechos humanos" y la brutalidad estructural y cotidiana de la Europa fortaleza.

En oozebap adelantamos la introducción del libro con el ánimo de despertar el interés por este trabajo y apoyar su difusión.

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Introducción
Por Cristina Fernández Bessa, 2008

No es posible enunciar una definición del término "frontera" en abstracto, en
tanto que se trata de un concepto histórico y político. Las fronteras son instituciones
convencionales; las "fronteras naturales" (el gran mito de los Estadosnación)
no han existido nunca sino que siempre han sido un constructo político
variable en el tiempo. 1

De acuerdo con la doctrina clásica sobre la soberanía territorial, las fronteras
delimitaban el alcance del poder soberano. Su función era la de establecer
una relación de posesión con el territorio del Estado. En cambio, en el contexto
de la globalización y el incremento de la movilidad internacional, se han
ido desligando de los cánones de la territorialidad estatal. Su presencia no se
limita a un espacio concreto sino que son móviles y pueden hacerse presentes
y manifestar su poder de demarcación y exclusión en cualquier momento
o lugar.

Dependiendo del espacio local, temporal y subjetivo en que se sitúa, la frontera
produce resultados sustancialmente distintos. De esta forma, las fronteras
se configuran como instituciones asimétricas, dado que sus consecuencias
dependen del lado desde el que se crucen, y sobre todo selectivas, dado que para
algunas personas ya casi no existen y a otras les marcan su recorrido vital. Para
un rico de un país rico la frontera se ha convertido simplemente en una formalidad.
En cambio, para un pobre de un país pobre la frontera no sólo es un
obstáculo difícil de superar, sino que la experiencia de "frontera" sigue presente
a lo largo de toda su vida, condicionando su cotidianidad y su movilidad
(tanto física como social). En este sentido, como aprecia Balibar, la finalidad
de las fronteras hoy (en realidad siempre) es que los individuos de distinta clase
social tengan distintas experiencias sobre la ley, la Administración, la Policía,
los derechos, el libre tránsito, etc. Así, las fronteras y sus aparatos de control
sirven como instrumentos de discriminación y selección al servicio de una
diferenciación de clase internacional. Una colour bar que ya no sólo separa el
Centro de la Periferia o el Norte del Sur, sino que atraviesa todas las sociedades
y se intensifica en todas las metrópolis globales. 2

Progresivamente, el concepto de frontera se ha desterritorializado y ha dejado
de estar en los confines físicos que delimitan un dentro y un afuera. Ciertas
fronteras no están (sólo) en los límites geográfico-administrativos de los
Estados, sino que se encuentran dispersas por todas partes y se hacen presentes
allí donde se ejercen controles selectivos. Procesos como la unificación
europea han modificado los procedimientos que habían convertido a las fronteras
territoriales en una institución, y han evidenciado la diferencia entre la
frontera como línea de separación entre territorios (en inglés, boundary) de la
frontera como zona o lugar de control (border). 3

La UE ha externalizado y deslocalizado gran parte de la gestión de sus fronteras
hacia otros países, estableciendo determinados procedimientos relativos
a los controles fronterizos, tales como la obtención de los visados fuera de
su territorio, y responsabilizando o derivando el control de documentos a compañías
de transporte o funcionarios de enlace en terceros países. La implementación
de estos instrumentos supone que se activen múltiples controles "a
distancia" antes incluso de traspasar físicamente una frontera geográfica (en
las embajadas de los países de origen, en las agencias de viaje, compañías de
transporte...). De esta forma, la frontera actúa en el propio país de origen, desde
el mismo momento en que una persona decide emprender una experiencia
migratoria. Se trata de un mecanismo preventivo que varía sustancialmente
en función de cada individuo, en la medida en que, más que defender la
soberanía de los Estados, pretende definir la identidad y discriminar entre migrantes
"deseables" e "indeseables" para la UE. 4

La externalización también se da mediante la transmisión a terceros países
de la responsabilidad del control y la gestión de los migrantes. Para ello, las
Políticas Europeas de Vecindad (PEV) imponen la gestión de las migraciones
como condición determinante para adoptar acuerdos económicos y comerciales
con la UE. Aparte de la PEV, los Estados miembros firman acuerdos de
readmisión y de cooperación policial con los países de origen y tránsito de los
migrantes para que éstos acepten las expulsiones, por lo que se convierten en
un instrumento clave de las políticas de la UE. Como contrapartida, la UE establece
cuotas de migración legal (laboral) para los nacionales de los países
que han aceptado el acuerdo.
Helmut Dietrich ("El Mediterráneo como nuevo espacio de disuasión. Refugiados
e inmigrantes en las fronteras exteriores de la Unión Europea") y
Paolo Cuttitta ("Los acuerdos de "cooperación" y el nuevo régimen fronterizo
euroafricano") analizan en el presente libro de manera detallada qué políticas
está desarrollando la UE a este respecto y cómo se concretan por lo que se refiere
a la Frontera Sur y a las relaciones con el norte de África; mientras que
Eduardo Romero lleva este análisis al caso concreto del Estado español, en su
texto "El Plan África, la política migratoria española de "nueva generación"
y la guerra contra los pobres".

La política de la UE, caracterizada por la interrelación entre la lógica del
mercado y las lógicas de control, trata de promocionar las migraciones regulares
y temporales subordinadas a las necesidades de mano de obra (barata)
del mercado de trabajo europeo, a la vez que refuerza la lucha contra la "inmigración
ilegal". Demonizando la inmigración irregular y destinando miles
de millones de euros al blindaje de las fronteras, las instituciones europeas pretenden
dotar de credibilidad e integridad a sus políticas migratorias y de asilo.
Para ello, los Estados no dudan en convertir la inseguridad y el terrorismo
en una obsesión, exagerando la amenaza que representa la inmigración para
la soberanía, la identidad y la seguridad nacional, y en criminalizar a los extranjeros
para legitimar la firmeza y espectacularidad de sus intervenciones
ante la opinión pública. Pero la utilización de retóricas securitarias no supone
una nueva tendencia u orientación política, sino un reforzamiento de las dinámicas
que han acompañado el proceso de construcción europea. Ya desde
los Acuerdos de Schengen (1985), el control de las fronteras externas ha sido
estrechamente relacionado con la salvaguarda de la seguridad interior y la
protección de la comunidad europea de las amenazas exteriores. Sin embargo,
como indica Walters 5, debemos tener en cuenta que con Schengen la amenaza
a la seguridad ya no significa un enfrentamiento abierto (militar) con otros
países. La amenaza a la seguridad parece más bien una serie de amenazas sociales,
transnacionales y frecuentemente personificadas en la imagen del migrante.
Y mientras se presente a la inmigración como una "amenaza", no se
deberán dar explicaciones sobre las irregularidades en los procesos de expulsión
o devolución de inmigrantes ni sobre la vulneración de derechos humanos
sufrida por este colectivo.

Para evitar la inmigración desregulada y, por tanto, "potencialmente peligrosa
" la UE pretende "blindar" sus fronteras externas con el objeto de prevenir,
interceptar y retornar a las personas que se presuma estén intentando migrar
mediante acciones de vigilancia, actuaciones policiales o incluso con la detención
de los migrantes. Para ello los territorios fronterizos se dotan de sofisticados
equipos de vigilancia y operativos marítimos, terrestres y aéreos, integrados
por policías de distintos países y coordinados a través de Frontex, que se
ocupan de patrullar las costas y aguas de los países fronterizos y de sus vecinos
del sur (Senegal, Mauritania, Marruecos, Libia) o las fronteras terrestres del este
(Bielorrusia, Ucrania, Turquía), impidiendo así que miles de personas puedan
emigrar con destino a la UE.

A este respecto, Kerstin Seifer ("El blindaje de la UE frente a refugiados y
demandantes de asilo") y Cristina Fernández ("El Estado español como punta
de lanza del control y exclusión de la migración en Europa") se encargan de
analizar el desarrollo de Frontex desde su entrada en funcionamiento en 2005,
y la evolución restrictiva del derecho de asilo en Europa, cuyos resultados en
el territorio español son estudiados por Héctor Silveira ("El asilo y el declive
del Estado de derecho en la frontera sur"); mientras que Mikel Mazkiaran
("El control de las aguas internacionales y el doble lenguaje del enaltecimiento
de la solidaridad y su penalización") nos explica cómo el derecho internacional,
el derecho marítimo y el deber de socorrer a personas en peligro en alta
mar son violados continuamente por los países de la UE, supeditándolos
a las políticas de contención de la migración.

Y por si todo esto no fuera suficiente y dada la "seria amenaza" que supone
la inmigración, los dirigentes europeos no han escatimado esfuerzos en desarrollar
dispositivos de control altamente tecnificados e informatizados, como
el Sistema de Información de Schengen; dispositivos que con la excusa de
combatir la inmigración irregular y el terrorismo, acaban convirtiéndose en
mecanismos de control de toda la población, y especialmente de aquélla crítica
con la deriva autoritaria de la Unión Europea, tal como se analiza en el artículo
de Indymedia "El cerebro panóptico de la Fortaleza Europea".

Por otro lado, los controles exteriores van acompañados de distintos controles
interiores que tratan de identificar y detener a los inmigrantes indocumentados que se encuentran ya en la UE sin los permisos requeridos. En este sentido,
los centros de internamiento de extranjeros (CIE), o los controles policiales
que tienen lugar a diario en las calles o en las estaciones de los transportes
públicos pueden comportar para los migrantes las mismas consecuencias
que los controles de frontera exteriores: la exclusión de la sociedad, ya sea
mediante su expulsión a otro país, o mediante la privación de sus derechos más
fundamentales relacionados con la ciudadanía, condenándoles ineludiblemente
a la clandestinidad y la "ilegalidad". Los controles fronterizos que se llevan
a cabo en el interior de los distintos países europeos son a menudo invisibles
para gran parte de la sociedad, pero están muy presentes en la vida cotidiana de
los migrantes.
Fruto de estos controles, sobre los migrantes sin papeles pende continuamente
la amenaza de la expulsión o del encierro en centros de internamiento,
muchas veces en condiciones de indefensión absoluta; las condiciones de expulsión
y las formas de encierro en el Estado español son analizadas en el capítulo
"La vida en la frontera: internamiento y expulsiones", del Espai per a la
Desobediència a les Fronteres.

En este contexto, en el que ya no se puede afirmar la autonomía de los Estados-
nación en el escenario internacional, ni su prosperidad en el campo de
la política económica ni social, como aprecia Bietlot (2004), el poder estatal,
investido con las competencias que todavía tiene la posibilidad de ejercer -
funciones policiales, de gestión del territorio y de la población para el mantenimiento
del orden público-, se despliega con toda su dureza sobre los seres
humanos más vulnerables (extranjeros, marginados, clandestinos, etc.), entre
los que destaca el caso de los menores que estudia Núria Empez (Col·lectiu
Drari) en su capítulo "Menores no acompañados, breve aproximación".
Podemos decir, en definitiva, que las fronteras ya no se encuentran (sólo) a
lo largo de los márgenes de Europa sino que constituyen su método interno
de gobierno. Las fronteras se activan cuando determinados individuos deciden
emprender una experiencia migratoria, y se extienden hasta el corazón
mismo de Europa porque persiguen las biografías de aquellas personas que
tienen la movilidad limitada. Es así como los "controles fronterizos" ya no están
tan sólo relacionados con las "fronteras territoriales", sino que cada vez
tienen más que ver con el "control del orden público" y, como expone Mike
Davis en el capítulo con el que cerramos el presente libro, con la construcción
de ese gran muro del capital presente en todas partes, aunque no siempre visible,
con el que los países ricos mantienen alejada de manera brutal a la gente
pobre del mundo.

Así, en Europa como en el resto del mundo, la evocación de las clases dirigentes
del Estado Democrático de Derecho no evita que pongan en práctica
políticas fronterizas que, ya sea dentro o fuera de su territorio, de forma directa
o indirecta, causan exclusión, segregación, privación de derechos y muerte
en la población, en especial en el caso de los migrantes. Sólo la superación
de los antiguos pilares de los Estados-nación, del vínculo entre territorio y derechos
de ciudadanía, puede permitir la construcción de una sociedad en la que
el ejercicio de los derechos no esté necesariamente asociado a los lazos territoriales
o de sangre, sino que aparezcan nuevas formas de (no) pertenecer.
Es tiempo de evocar y practicar la democracia como dinámica absoluta,
universal, como gobierno de todos ejercido por todos, como potencia efectiva
que actúa desde abajo y en red para construir el común. Y en este sentido, debemos
valorizar el derecho a la movilidad, como uno de los instrumentos de
construcción de la democracia total, en su doble vertiente: movilidad como derecho
de fuga, éxodo de las condiciones impuestas, y movilidad como apuesta
por la construcción de nuevas condiciones. Si el Estado de derecho del que las
clases dirigentes hablan equivale a segregación y explotación, la democracia
desde abajo sólo puede construirse a través de la ruptura de las fronteras o los
límites, ya sean éstos simbólicos o materiales.


NOTAS
1. Étienne, Balibar, Nosotros, ¿ciudadanos de Europa? Las fronteras, el estado, el pueblo, Tecnos cop., Madrid, 2003 [2001], p. 175.
2. Étienne, Balibar, "¿Qué es una frontera", en Violencias, identidades y civilidad, Gedisa, Barcelona, 2005, pp. 77-83.
3. Elspeth Guild y Didier Bigó, "Polizia a distanza: Le frontiere mobili e i confini di carta dell'Unione europea", Conflittiglobali, 2, 2005, p. 70.
4. Didier Bigo y Elspeth Guild, "La visa Shengen: expression d'une strategie de "police" à distance", Cultures & Conflits, 49, 2003, pp. 22-37.
5. William Walters, "Welcome to Shengenland. Per un'analisi critica dei nuovi confini europei", en S. Mezzadra, I confini della libertà. Per un'analisi politica delle migrazioni contemporanee, Derive Approdi, Roma, 2004, p. 65.

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Frontera Sur. Nuevas políticas de gestión y externalización del control de la inmigración en Europa
ISBN 978-84-92559-00-8 | 276 páginas | 16 euros
Más información: www.viruseditorial.net


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