___________________________________________________ La
lección de las mujeres africanas en la reconstrucción
social Dídac
P. Lagarriga, 2006 En
Barcelona, un buen preludio para la celebración del Día
Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme, el 24 de mayo,
fue el acto "Dones Africanes, Constructores de Pau", donde
se invitó a Sabine Sabimbona y Christiana Thorpe para que explicaran
sus propias experiencias en Burundi y Sierra Leone respectivamente.
Con el carisma y la importancia de lo que contaron, las dos invitadas
lograron superar la vanidad y la rutina de todo acto oficial, donde
la hipocresía política y el despilfarro presupuestario
tienden a desvirtuar cualquier propuesta interesante. Pero el tema se
lo merecía, y las experiencias de Sabimbona y Thorpe arrasaron
el auditorio con un aplastante abanico de inteligencia, iniciativa individual,
voluntad comunitaria, intransigencia hacia las injusticias más
elementales, imaginación para proponer alternativas y capacidad
moral. No en vano, como afirmó Sabimbona, la mujer en Burundi
ha pasado de ser el "pilar de la familia" al "pilar de
la respetabilidad". Ganado a pulso.
Sierra Leone fue durante la década de los 90 sinónimo
de pesadilla, pero también de la peor hipocresía mundial.
Venta de armas, estrategias geopolíticas y económicas,
intervención "humanitaria"... Sierra Leone, que casualmente,
es uno de los principales exportadores de diamantes del mundo, se convirtió
también durante ese tiempo en exportador de imágenes de
niños drogados y armados con AK-47. Durante esos mismos años,
Christiana Thorpe, que hasta ese momento era la Coordinadora Nacional
de Mujeres Católicas de Sierra Leone, pasó a ser primero
subsecretaria de Educación, ascendiendo a Ministra de Educación
en 1994. Un año después fundaría la sección
de Sierra Leone del FAWE (Fórum para las Mujeres Educadoras de
África), dedicándose plenamente a la rehabilitación
de las víctimas que la guerra provocaba, especialmente entre
niñas y mujeres. El FAWE es una de las organizaciones que más
ha servido para amortiguar las graves consecuencias de la guerra, así
como para promover la cultura de paz, creando un módulo de formación
para la Educación sobre la Cultura para la Paz. En el 2002, una
vez terminadas las masacres, el FAWE emprendió una campaña
para romper el tabú que suponía haber sido víctima
de una violación. Recorriendo mercados, visitando escuelas y
hablando en los medios de comunicación, el mensaje era claro:
o se trata el problema ahora o la niña violada vivirá
internamente el problema durante el resto de su vida. "Pasaron
13 días hasta que la primera joven vino al local del FAWE. Al
día siguiente ya eran dos. Pocos días después eran
200..." Entre las jóvenes que deciden continuar con el trabajo
de la prostitución (especialmente para las fuerzas internacionales
de la ONU), lo que se les propone es que asistan a la escuela por la
tarde, constatando que poco a poco las chicas abandonan la prostitución,
incluso para dedicarse a la concienciación de otras jóvenes
en las campañas del FAWE. Durante la guerra muchos niños
y niñas fueron obligados a luchar con los rebeldes, atacando
a su misma familia y vecinos. Hoy en día, el retorno de estos
jóvenes a las aldeas es muy difícil, ya que existe un
rechazo evidente de su comunidad. En el FAWE forman a estos jóvenes
tanto en lo teórico como en lo práctico: una vez superados
los traumas de la guerra, entran en talleres donde aprenden carpintería,
albañilería, fontanería y todo tipo de utilidades
para la reconstrucción de lo que ellos mismos derruyeron. Educados
también en los aspectos de paz y reconciliación, las chicas
y chicos que retornan a sus pueblos dispuestos a una reconstrucción
eficaz tienen unas oportunidades de integración reales y prácticas.
Otro tipo de formación que ofrecen es en la gestión económica,
así como la creación de escuelas primarias, participando
en la formación de miles de niños. Se iniciaron también
programas agrícolas en las 24 secciones que tiene el FAWE en
Sierra Leone, participando en una competición interna para fomentar
el desarrollo de la producción y duración de los cultivos.
Para Thorpe, "formar a las mujeres y fomentar su participación
en la resolución de conflictos no sólo aumentará
la confianza del gran porcentaje de población que tenemos, sino
que disminuirá el nivel de desconfianza, envidia y otros daños
sociales que hemos observado en el pasado. Si se resuelven los conflictos
en las fases iniciales, no se desarrollarán hasta convertirse
en incontrolables".
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