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Costa
de Marfil, ¿el Irak de Francia?
Por Jozé Bape
(2005)
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Mientras
por aquí todos siguen ocupados en denunciar lo malo que es el
señor Bush y el imperialismo americano reflejado en la guerra
de Irak, Francia continúa haciendo de las suyas en África.
Algunos verán que esta comparación es exagerada, pero
deberíamos preguntarnos si no reaccionamos con un racismo inconsciente:
lo que les pase a los negros no es tan importante. Los problemas de
África se presentan eternos y de difícil solución,
pero en realidad muchos de ellos son más sencillos de lo que
parecen - igual de sencillos de explicar y entender que la guerra por
el petróleo en Irak -. En África también hay Ucranias
con sus revoluciones civiles que apoyan a los opositores de regímenes
dictatoriales, en África también hay países del
primer mundo que invaden y aniquilan un país por razones "humanitarias",
en África también hay ciudades de millones de personas
y países que, si les dejaran, serían igual de ricos y
prósperos que los del primer mundo. La diferencia es que en la
gran mayoría de países africanos el sistema colonial que
los arrasó durante más de medio siglo - algunos más
de cien años - continúa existiendo.
Como nos cuenta François-Xavier Verschave -presidente de la asociación
Survie y autor de varios libros sobre este tema, como La Françafrique
(1998) o Noir Silence (2001)- cuando Francia, en los 60 del general
De Gaulle, tuvo que aceptar las independencias de sus colonias africanas,
puso en marcha un sistema ilegal y secreto de confiscar esas independencias,
con el expolio de los recursos estratégicos -petróleo,
uranio-, económicos - cacao, madera... -; fraudes financieros
-con el desvío de más del 90% de sus "ayudas al desarrollo"
por parte de los sucesivos gobiernos (Mitterrand, Chirac...) -; imposición
y apoyo de dictaduras "amigas de Francia" -con la correspondiente
aniquilación de todos los líderes oponentes que suponían
una alternativa-; manipulaciones secretas -con las redes de la ultraderecha
y del partido de Le Pen entre los mercenarios y las guardias presidenciales
y las logias francmasónicas a las que están afiliados
desde todos los dictadores africanos a directivos de importantísimos
medios de comunicación franceses-; instrumentalización
del etnismo -lo de Ruanda fue el peor crimen francés del s. XX-;
fomento de guerras civiles con el abastecimiento de armas para ambos
bandos -y debilitar así un país rico en materias primas,
como por ejemplo Angola-.; etc.
Costa de Marfil.
Costa de marfil salió suficientemente en las noticias de este
otoño como para que no se entendiera nada de lo que ocurre allí.
Si hubiera salido menos, se ignoraría completamente el conflicto,
pero habiendo salido un poco el problema es todavía más
grave: no se entiende. Y si no se entiende se perpetúa la idea
de la "imposible solución", la propagada crisis africana
- el afropesimismo - y la eterna condena "divina" a la que
parece estar condenado todo un continente, millones de personas. Las
catástrofes "humanitarias", son problemas políticos
que poco solucionaremos si lavamos nuestras conciencias enviando dinero
a las ONG de turno... Antes de ir a lo fácil - que paradójicamente
todo lo complica - debemos escuchar. Más que alimentos África
necesita ser tratada de igual a igual, ser escuchada y respetada. Debemos
ser conscientes que el menosprecio hacia una parte de la humanidad sigue
imperando en la mayoría de nuestros actos. Dejemos de lado la
hipocresía. Cuando el presidente francés Chirac declaró
que "África no está preparada para la democracia",
probablemente la mayoría de los políticos europeos estuvieron
de acuerdo y, con ellos, sus electores.
Simplificar cualquier acontecimiento político tampoco ayuda a
esclarecer los hechos, pero, continuando con el ejemplo de Irak, no
porque sepamos que la realidad de esa guerra es enredada en lo que respecta
a todos sus implicados, no deja de ser comprensible y condenable.
El ejército francés, que continúa regido por los
principios coloniales de anteponer los "intereses de Francia"
a los derechos de los "indígenas", tiene desplegados
miles de hombres y bases militares por todo el continente, manteniendo,
por ejemplo, las dictaduras de Gabón, Chad y Djibouti. En Costa
de Marfil, una de sus últimas acciones fue la de disparar contra
la masa de manifestantes desarmados que protestaban por la presencia
del ejército francés y el apoyo de éste a las tropas
de oposición al presidente Gbagbo. El resultado, largamente escondido
por la prensa francesa, es el de decenas de muertos y centenares de
heridos.
Imaginémonos dos situaciones: que Argentina invadiera militarmente
Italia porque cree que Berlusconi es un corrupto. Y otra situación:
que Venezuela enviara tropas a España para defender a los venezolanos
de las agresiones de una banda de policías con uniforme de skinhead.
Esas dos reacciones que consideramos surrealistas y desproporcionadas
son el pan de cada día en algunos países africanos, entre
ellos Costa de Marfil.
La actualidad de este país, como de cualquier otro, no se entiende
sin su historia, especialmente la más reciente. Para resumirla,
diremos que tuvo que aguantar, desde su "independencia", una
dictadura que luego se convirtió en democratura - al instaurarse
el partido único - con el gobierno fascista de Houphouët-Boigny,
un "amigo" de Francia y un "modelo" para toda la
francofonía. Gracias al repartimiento entre él y sus amigos
franceses de los beneficios de las materias primas de Costa de Marfil
(cacao, café, aceite de palma...) y los desvíos del dinero
del estado francés para "ayudas al desarrollo" que
se repartían entre todos los responsables - llegó a afirmar
que cualquier ciudadano razonable también metería sus
cuentas en Suiza -, acumuló una de las fortunas más grandes
al sur del Sáhara. A cambio ayudó también militarmente
a Francia en la guerra sucia por la aniquilación de los líderes
que les hacían frente, como el asesinato, en 1987, del carismático
presidente de Burkina Fasso Thomas Sankara, la gran esperanza africana.
Sus tropas, junto a las francesas, las encontraremos en conflictos contra
países anglófonos (Nigeria, Liberia, Sierra Leone...).
Cuando Houphouët-Boigny muere en 1993, deja un país devastado,
imposible de curar sus heridas en una semana. Pero que muriera no significa
que Francia desapareciera de la zona. Todo lo contrario. Hoy en día
las principales compañías francesas administran las comunicaciones,
los transportes y otros servicios del país. Cuando estos días
veíamos a ciudadanos franceses abandonar el territorio por miedo,
algunas cifras saltaron a la vista, como por ejemplo que hay más
franceses en Abidjan, la capital económica, que marfileños
en París. La sensación nos dice lo contrario: es África
la que viene, la que "nos invade". Unos son inmigrantes, los
otros expatriados...
El sucesor del dictador fue Konan-Bédié, que incrementó
todavía más la corrupción y el expolio a manos
de los entramados franco-africanos. Pero hizo algo mucho peor, si cabe,
que podría convertir ahora a Costa de Marfil en la nueva Ruanda:
para eliminar a su principal adversario político, Alassane Ouattara,
promovió el concepto racista de ivoirité, que excluía
a Ouattara de esta identidad nacional - ya que éste provenía
del norte musulmán del país, lo que pone de manifiesto
lo peligroso, frágil y arbitrario de las fronteras trazadas por
la colonización -. Poco después, a mediados de los 90,
Francia empezó un periodo de cohabitación en el gobierno
(con un presidente de derechas, Chirac, y el primer ministro de izquierdas,
Jospin). Aunque en la historia oculta e ilegal de la política
francesa en África, conocida como la "Françafrique",
tanto izquierda como derecha han estado implicadísimos - por
ejemplo el genocidio de Ruanda empezó con Mitterrand - no será
hasta el 2002, cuando la derecha se impone, que el gobierno francés
se convertirá en la mafia cerrada e ilegal que es ahora. Vale
la pena hacer esta aclaración porque, como vemos, si las elecciones
americanas afectan a todo el plantea, las elecciones en Francia también
sobrepasan criminalmente y de manera muy directa las fronteras del hexágono.
Desde el fin de los noventas, la política francesa en Costa de
Marfil es más compleja, pretendiendo ser los bomberos de un fuego
que ellos mismos empezaron. Mientras se extiende la idea de etnia y
la exclusión de una parte del territorio, el nuevo presidente
Gbagbo (que llegó al poder en el 2000 tras las elecciones después
del golpe de estado) no es de la simpatía de la trama françafricana
de Chirac, que decide apoyar a los " rebeldes " del norte
y del oeste. Gbagbo no es ningún héroe, todo lo contrario,
pero el problema principal es que Francia no puede continuar haciendo
y deshaciendo en la zona. Cuando empezaron los conflictos del 2002 entre
las dos partes, Francia consiguió un acuerdo entre los dos bandos:
los acuerdos de Marcussis (avalados por la ONU que envió fuerzas
internacionales pero con las tropas francesas, en aumento tras la "operación
Licorne" [ver foto], conservando un estatuto aparte). Otra vez
el bombero que fue pirómano... Estos acuerdos permitieron evitar
una masacre, pero partieron el país en dos e hicieron que la
tregua fuese mucho menos sólida de lo que pretendía Francia:
en lugar de aprovechar la situación para pacificar y resolver
-junto a las fuerzas internacionales de la ONU- lo que era una guerra
civil en pausa, continuó con sus trapicheos de siempre como si
nada hubiera pasado, inclinándose a veces por Gbagbo, a veces
por los rebeldes. Pero esto nunca funciona y acaba por explotar...
Con un nuevo año que empieza, las situaciones que generan estas
prácticas ilegales no traerán más que sangre. Es
inevitable. Desde las voces más optimistas de la militancia africana
se espera, y de momento hay indicios de que es así, que los africanos
cada vez denuncien más estas actitudes y tomen conciencia, y
fuercen a que los últimos hechos de Costa de Marfil sean el inicio
de un cambio en la historia neocolonial. Por parte de los franceses,
ya hay asociaciones - como Survie - que se están movilizando
desde hace años denunciando estas actividades secretas. Para
empezar se le exige al gobierno francés, sin más excusas
ni demoras, la retirada de las tropas de Costa de Marfil y la apertura
de una comisión en el parlamento sobre las recientes actuaciones
en Abidjan contra los civiles. África ya no puede más.
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Para
seguir la actualidad (en francés): http://www.afrikara.com
y http://www.survie-france.org
+
En
otoño del 2006, oozebap (dentro de su colección Pescando
husmeos) publica el libro:
El
bombero pirómano
La actuación criminal de Francia en el África contemporánea
Jozé Bape (ed.), François-Xavier Verschave, Odile Tobner
/ Mongo Beti, Jean-Marie Volet y André Ntonfo
.
Claves para entender la situación política, cultural y
económica del continente desde las independencias africanas hasta
nuestros días
. Introducción al neocolonialismo francés
. Otra versión de las catástrofes humanitarias
. Retratos de lucha, compromiso y esperanza
Más
información: http://www.oozebap.org/arroz
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oozebap . 2005 .
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