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La
impregnación en los discursos de las ONG. ¿Con quién
se coopera?
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Por Dídac P. Lagarriga
Publicado originariamente en la Revista Pueblos Nº30, especial
Cooperación,
2008
No se trata de hablar de corruptos ni de depravados que bajo las siglas
de determinadas ONG acumulan capital y muerte. Hablemos de las buenas
intenciones, de los conceptos impregnados que funcionan desde la omisión,
de cómo desatascar inercias totalmente perjudiciales. Palabras-tapadera
que han empapado tanto los huesos de nuestra cotidianidad que apenas
consideramos curables las dolencias reumáticas de ese calado.
Adolecidos, continuamos. El principal de los problemas es que, en este
trayecto, en esta visita de "cortesía" a nuestros vecinos,
la nube nos acompaña y empapa todo lo que encuentra.
Vivimos
y soñamos impregnados. Un perfume, las costumbres de los antepasados,
una inercia que actúa desde algún que otro recoveco y
que ni tan siquiera sabemos reconocer... La impregnación no sólo
es inevitable, sino que aparece innata como una de las características
de esa tensión con la que nos formamos. Difícilmente impermeables,
esta constitución elemental de cualquier ser humano debería,
por sí misma, desmontar cualquier discurso político sobre
la "integración". Nadie es refractario, nadie es una
esponja indiferente. No se nos escapa que ante la mal sonante "asimilación"
(que encubre a la todavía más mal sonante "sumisión"),
la "integración" funciona como herramienta de trabajo
intercambiable entre la (mano) derecha y la izquierda. Una palabra-tapadera
que suele acompañar otros camuflajes ambidiestros, como por ejemplo
la ensalzada "cooperación".
ÉTICA Y ONG: ¿UN BUCLE?
Issa
G. Shivji, profesor de derecho en la Universidad de Dar es Salaam (Tanzania)
y uno de los intelectuales africanos que más ha escrito sobre
desarrollo y cooperación desde una perspectiva radical, afirma:
"Los
discursos de las ONG parecen haber interiorizado las idioteces sin sentido
de los intelectuales de derecha, como Francis Fukuyama, que propagan
el "fin de la historia" donde el presente (es decir, el capitalismo
global bajo la hegemonía del Norte imperialista) es declarado
permanente.
[...] No dudo de las nobles motivaciones y de las buenas intenciones
de los activistas y dirigentes de algunas ONG. Pero no juzgamos el resultado
de un proceso por las intenciones de sus autores. Debemos analizar los
efectos objetivos de las acciones al margen de sus intenciones. [...]
Preguntémonos: ¿Cuáles son los mecanismos políticos,
morales, ideológicos, económicos y culturales que producen,
refuerzan y provocan que este mundo no sólo sea posible, sino
que parezca aceptable?" (1)
Es
evidente que entre las organizaciones humanitarias "serias"
(no hablamos de sectas, mafias ni trastiendas con enorme afán
de lucro bajo la coartada caritativa) la impregnación de este
discurso les sobrepasa. Desgraciadamente, una crítica como la
que realiza Shivji tiende, por un lado, a estigmatizar todo el trabajo
de todas las organizaciones; en segundo lugar, provoca la reafirmación
de los posicionamientos, por reacción, de la mayoría de
los miembros de estas ONG. ¿Es útil una crítica
de este tipo? A mi parecer, está completamente justificada si
se acompaña de una reflexión como la que introduce sus
tesis y todo su trabajo intelectual:
"Antes
de continuar debo hacer dos confesiones. Primero, mi posición
es indudablemente crítica, a veces incluso grosera, pero no es
cínica. Segundo, esta crítica es también una autocrítica,
ya que me he implicado en el activismo de las ONG durante unos quince
años."
No
se trata de resentimiento, ni de agotamiento intelectual o moral. Todo
lo contrario: para que desaparezca el penetrante olor de la fritanga,
lavémonos. Lejos del baño ritual y de la purificación,
la acción cotidiana de impregnarse, desimpregnarse y reimpregnarse
puede resultar monótona o, por el contrario, una oportunidad
de reflexión y decisión. Si optamos por utilizar baúles-concepto
donde almacenar nuestras ambiciones y compasiones, que no sea ni por
inercia ni por herencia.
Serge Latouche, en su libro La otra África, complementa
sus análisis económicos (sobre qué es el desarrollo
y cómo sobrevivir a él, qué entendemos por pobreza
y riqueza, cómo recuperar el vínculo social, etc.) con
el replanteamiento de esa ayuda humanitaria tan en boga cuando nos referimos
al continente africano:
"Ayudar a la otra África pasa más bien por una autolimitación
de nuestras sociedades del Norte, y por un cambio profundo de nuestros
modelos y un cuestionamiento del desarrollo, que por la injerencia humanitaria.
[...] Un refrán inglés dice que si uno quiere que se cumpla
una tarea, debe confiarla a alguien muy ocupado. En la misma línea
podríamos decir que si queremos ayudar a alguien, hace falta
empezar por tener algo que pedirle. No hay ningún misterio en
esta paradoja. Pidiendo a la otra África que nos ayude a resolver
nuestros problemas materiales, sociales y culturales, la reconocemos
como un socio auténtico, de igual a igual. Es así como
podemos contribuir de la mejor manera a reforzarla. Si África
es pobre es porque nosotros somos ricos; en cambio, el continente africano
todavía es rico de lo que nosotros somos pobres." (2)
¿Cuántas
veces escuchamos en los discursos de las ONG estas reflexiones? Imaginemos
por un momento que los aparatos publicitarios de las grandes (y pequeñas)
ONG aplicaran el consejo de Latouche. ¿Qué no lo hace
posible, si no es esa aceptación interiorizada del presente como
permanente? ¿Es poco realista pedir ayuda a los africanos o,
sencillamente, es más fácil imponer que recibir? El marketing
humanitario, apéndice y sustento de los verdaderos fundamentos
de cada organización, no parece estar muy dispuesto a dar ese
giro, más bien todo lo contrario. (3)
¿AUTODEFENSA O REALISMO INOCUO?
En
ese podio de conceptos pringosos, el "desarrollo" ocupa el
número uno. En un reciente e interesante informe realizado por
IANSA, Oxfam Internacional y Saferworld, titulado "Los millones
perdidos de África. El flujo internacional de armas y el coste
de los conflictos" (octubre 2007), queda patente, una vez más,
el predominio de esa visión economicista del mundo cimentando
una supuesta crítica. No es mi intención anular un trabajo
de vital importancia como éste, donde se denuncia que "al
menos el 95% de las armas más utilizadas en África provienen
del exterior". Ya en un anterior informe ("Municiones: el
combustible de los conflictos"), destacaban que España es
el principal exportador mundial de municiones al África Subsahariana.
Estos estudios fundamentados son cruciales para denunciar la perversidad
de un sistema deshumanizado.
Si en el Estado español se gasta cada día 52 millones
de euros en preparar o hacer la guerra (4),
es imprescindible saberlo, denunciarlo y, en el mejor de los casos,
conseguir su reducción. Dicho esto, mi intención es subrayar
esas impregnaciones que llegan a desvirtuar las intenciones y soluciones
propuestas.
El informe asegura, por ejemplo, que "la violencia armada representa
una las mayores amenazas para el desarrollo de África".
Sin embargo, los países más "desarrollados"
(para seguir su terminología) son los que más armamento
fabrican: la violencia armada y el conflicto permanente no sólo
son necesarios, sino fundamentales, en la historia del crecimiento económico
de nuestras sociedades del "bienestar". La industria armamentística
es la base de nuestro "progreso", y sin sometimiento y explotación,
nuestro "prosperidad" carecería de complementos.
Entre las propuestas factibles que propone el informe, está "la
aplicación de un Tratado sobre Comercio de Armas (TCA) riguroso
y eficaz". Como las ONG autoras de la petición son conscientes
de que este tratado debe aplicarse lo más rápido posible,
deciden amoldarlo a los discursos gubernamentales: "Este tratado
no impediría la transferencia responsable de armas a la policía,
para su uso en actividades de defensa, para el mantenimiento de la paz
u otras finalidades legítimas". Esta reivindicación
de la autodefensa estatal al criticar la fabricación de armamento
también la encontramos en otras campañas de ONG contra
la proliferación de armamento. Quizá con el ánimo
de resultar "realistas", promueven algunos de sus usos, eso
sí, únicamente en manos de los aparatos de estado.
Pero, ¿qué significa la autodefensa? El arma que más
se utiliza en África es el AK-47. Su creador, el octogenario
Mikhail Kalashnikov, duerme tranquilo: "Lo creé para defender
mi patria. Y posteriormente muchos lo han utilizado también para
defenderse". (5) El señor Kalashnikov
solía inventar herramientas para que fueran útiles para
su comunidad, como por ejemplo maquinaria agrícola. Cuando la
Segunda Guerra Mundial estalló, aplicó el concepto de
cooperación para la autodefensa.
En términos estadísticos, el AK-47 ha logrado más
justicia social en África que los miles de millones de los fondos
de la Ayuda Pública al Desarrollo de Francia, el primero en la
lista del G8 en términos de aportación según su
PIB (0,5%, aumentando hasta el 0,7% en el 2010). (6)
En ese límite entre la autodefensa y el ataque, entre la supervivencia
y la devastación, replanteemos y replanteémonos hasta
replantar.
ARMAS, TURISMO E INMIGRACIÓN
En
este mismo informe de IANSA, Oxfam y Saferworld se sostiene que las
guerras son perjudiciales para la industria del turismo, supuesta fuente
de desarrollo económico para África. Como lamentablemente
no nos podemos extender, quedémonos con una reflexión
de Hakim Bey:
"Las
verdaderas raíces del turismo se encuentran en la guerra. La
violación y la expoliación fueron las primeras formas
del turismo; o más aun, los primeros turistas siguieron directamente
los rastros de la guerra como buitres humanos. [...] El turismo surgió
como el síntoma de un imperialismo total, económico, político
y espiritual. El turista y el terrorista son quizás los más
alienados de todos los productos del capitalismo postimperialista. [...]
El turismo es la quintaesencia del "fetichismo mercantil".
(7)
¿Merece
la pena hacer el ejercicio de desimpregnación y revisar los conceptos
para determinar con cuáles nos quedamos? ¿O mejor permanecemos
como estamos, reproduciendo los tópicos y contribuyendo a la
propagación de una imposición altamente corrosiva?
Un último apunte para terminar: revisemos la "necesidad
de la inmigración", un eslogan que se quiere antirracista
y progresista. Según el informe, "los costes médicos
son uno de los costes directos más evidentes causados por la
violencia armada. [...] En las regiones rurales de Ghana, sólo
el 51% de las personas con heridas por armas de fuego reciben atención
en un hospital o clínica". Ahora bien: actualmente existen
más médicos de Ghana trabajando en Estados Unidos que
en su propio país. La "fuga de cerebros" (y de todo
el resto de órganos, vivos y muertos, con test de ADN o sin ellos)
es una de las mayores catástrofes que padece África. ¿Es
necesario apoyar el discurso políticamente correcto sobre la
necesidad de la inmigración, o lo añadimos a la lavadora?
Sí, efectivamente las armas matan, pero las palabras lapidan
y los conceptos entierran.
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NOTAS
(1).
Issa G. Shivji: Silences in NGO discourse: The role and future of NGOs
in Africa, Fahamu, Nairobi y Oxford, 2007. Descargable en www.oozebap.org/biblio.
(2). Serge Latouche: La otra África. Autogestión y
apaño frente al mercado global, oozebap, Barcelona, 2007.
(www.oozebap.org/arroz)
(3). Véase: D. Lagarriga, "África, las ONG y la vulneración
de la ética", www.oozebap.org/text/ONG-etica-africa.htm,
noviembre 2006.
(4). "Los vínculos entre la banca y el mercado de las armas",
en:
www.justiciaipau.org/noticies.es.shtml?x=8255.
(5). Nick Paton Walsh: "I sleep soundly", entrevista con Mikhail
Kalashnikov, The Guardian, 10-10-2003.
(6). El famoso 0,7... Para un análisis de la APD francesa ver
"France-Afrique. Qui aide vraiment qui? Les dessous de l'aide publique
au développement" (10/2007), disponible en
http://survie-france.org/article.php3?id_article=1034.
(7). Hakim Bey: Voyage intentionnel -Overcoming tourism, Lilim,
Caracasona, 1994.
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oozebap . 2008 . sumario